La evaluación de los animales basandose en la observación minuciosa de las características de los mismos ha sido el método tradicional para determinar que animales van a constituir la próxima generación.

Esta forma de evaluar a los animales ha permitido y permite la formación de las razas tal y como las conocemos en la actualidad, pues las diferentes razas de animales se distinguen por la morfología diferente. 

Es una forma de actuar, que apenas exige recursos, un observador bien entrenado puede señalar los defectos, las caraterísticas más sobresalientes, o la pertenencia o no de un animal a una raza.

En los perros alanos la consanguinidad es muy alta lo que conlleva en muchos casos alta mortalidad de las camadas, por enfermedades congenitas.

Pero si la elección del macho, se hace solo basandose en el aspecto y no se tienen en cuenta las relaciones de parentesco, otra descendencia anterior, etc. podemos encontrarnos con problemas a veces muy serios. 

La utilización solamente de las características observables o productivas no basta para hacer una buena elección de los reproductores.

La Genética nos dice que un carater observable (el fenotipo) es el producto de los genes que porta ese individuo (genotipo) y la interacción de estos con los factores ambientales (nutrición, temperatura, sanidad..).

FENOTIPO = GENOTIPO + AMBIENTE

Por ejemplo: hay tres granjas diferentes (A, B y C) en tres lugares diferentes.  

La producción de leche de las cabras en las explotaciones A, B y C varían de unos animales a otros:

¿Cuáles son  las mejores productoras? 

¿En qué medida afecta el ambiente a la producción de leche?

¿Qué hembras debemos seleccionar como reproductoras?

¿Qué machos son los que aportan mayor valor en la producción de leche?

Si la elección de los reproductores solo tienen en cuenta el caracter observado podemos dejar de lado a magnificos productores que simplemente están en un ambiente poco adecuado.